Conclusiones Jornadas Prostitución

 

Durante los días 12 y 13 de noviembre de 2009 la CGT desarrolló en Valladolid unas Jornadas “Por los derechos laborales de las trabajadoras y trabajadores del sexo. NORMALIZACIÓN”, en las que intervinieron:

ACLAD (Asociación Castellano-Leonesa de Ayuda a Drogodependientes) para presentar su proyecto LUA de ayuda y asesoramiento a trabajadoras y trabajadores del sexo.

HETAIRA, colectivo de Madrid en defensa de los derechos de las prostitutas.

De estas Jornadas sacamos las siguientes conclusiones:

No hay estudios estadísticos serios y fiables sobre el tema. Además, si los hubieran anteriores, estarían ya desfasados, dado que es una realidad muy cambiante. Por lo que no nos fiamos de esos datos que pululan por los medios de desinformación. Sí, de lo que nos contaron estos dos colectivos que trabajan día a día con las personas que se dedican al trabajo sexual.

La realidad con la que trabajan estos dos colectivos es la prostitución voluntaria, que consideran es la mayoritaria. Ha aumentado el número de hombres que ejercen trabajo sexual, pero sigue siendo una profesión femenina mayoritariamente. Lo que sí ha aumentado es la población migrante dedicada a la prostitución, de forma que es la población mayoritaria en esta profesión y que por no ser una actividad regulada no pueden legalizar papeles.

Las mujeres, transexuales y hombres que ejercen la prostitución no lo tienen fácil, ya que tienen que soportar la dura mirada de la sociedad que juzga, insulta, discrimina y niega sus derechos.

La prostitución, el trabajo sexual, sigue levantando encendidas polémicas, basadas más en la moralidad que en la regulación de derechos ciudadanos. Estas personas aparecen en el ideario colectivo como víctimas, con graves traumas infantiles, problemáticas, culpables de la degradación de los barrios marginales donde ejercen, ligadas a la delincuencia y al tráfico de drogas. Pero, muy raras veces son contempladas como personas sanas que viven de un trabajo estigmatizado socialmente. Una estigmatización que es la que les acarrea discriminaciones de todo tipo y soledad. Pero que no necesitan que nadie las venga a “salvar”, ni que las ayuden a “encarrilar sus vidas”. Son conscientes de la opción de trabajo que han elegido, que ya saben es duro.

Cualquier cosa que digamos, hablemos o analicemos en un tema tan “sensible” como el trabajo sexual, partirá en gran parte de una base subjetiva, arbitraria, muy cargada de valores morales y creencias personales. Ideas y creencias que muchas veces no dejan de ser defensas más o menos conscientes ante prácticas, relaciones o dinámicas que vivimos como “inquietantes” o “desestabilizadoras”. Y, la prostitución es considerada muy mayoritariamente como algo inquietante.

Y esto es bueno saberlo, para asumirlo, porque nuestras creencias no deberían nunca impedirnos ver la realidad. Y, si miramos la realidad de una forma desprejuiciada lo que aparece como evidente es que las personas que ejercen el trabajo sexual se hallan estigmatizadas y discriminadas como las que más y ya no digamos si se trata de personas que han emigrado a nuestro país buscando mejorar sus condiciones de vida.

Frecuentemente en los debates sobre prostitución se contrapone la erradicación de la prostitución a su legalización, tratando la prostitución como si se desarrollara siempre de una única manera. La experiencia nos demuestra que la prostitución se puede dar en circunstancias muy diferentes y que, desde el punto de vista legislativo es imprescindible tener presente estas diferencias.

Especialmente hay que diferenciar aquellas situaciones en las que se obliga a una persona a ejercer la prostitución en contra de su voluntad mediante violencia, chantaje, coacción o engaño de la prostitución ejercida por voluntad propia. Cuando la prostitución es ejercida de manera obligada y frecuentemente en unas condiciones semejantes a la esclavitud hay que empeñarse en erradicarla y perseguir y castigar estas práctica.

Pero esto no es lo habitual en nuestro país según la experiencia de los grupos que trabajan con prostitutas, sino que en la gran mayoría de los casos es voluntaria. Y voluntaria en el sentido de “lo que has elegido dependiendo de las opciones que tienes en esta vida”. Al igual que para otros trabajos, que la mayoría de las personas trabajadoras eligen voluntariamente dentro de sus opciones. No creemos que tampoco nadie elijamos ser mineras, peones, auxiliares administrativos ……, por que nos entusiasme ese trabajo.

El trabajo sexual debe ser reconocido legalmente, acabando con la hipocresía que hoy existe al respecto y articular los derechos sociales y laborales que se desprenden de ello.

Lo importante es que en este proceso trabajadoras y trabajadores del sexo se constituyan y sean reconocidas como sujetos sociales y sujetos de derechos y que, tanto el debate que se genere sobre esta actividad como las medidas concretas que se adopten sirvan para dar poder a las trabajadoras para que puedan mejorar sus condiciones de vida y de trabajo y que eso repercuta tanto en su auto-afirmación personal como en la normalización de esta actividad. Será el conjunto de este proceso el que sirva para luchar contra el estima que hoy recae sobre quien ejerce este trabajo.