Desde el inicio de la pandemia hemos visto la voluntad de los centros y su comunidad educativa de apostar por la presencialidad reinventando espacios, asumiendo medidas de seguridad inasumibles, renunciando a metodologías cooperativas y a dar horas lectivas en el exterior, nos hemos reinventado en el empleo de recursos tecnológicos y perdiendo la participación de las familias en el camino.
Tanto los docentes, como las familias y nuestros alumnos y alumnas han demostrado una capacidad de adaptación y un compromiso por salir adelante increíbles.
Pero… ¿dónde están los compromisos asumidos por las Consejerías y las Direcciones Provinciales?, ¿dónde está el compromiso de sustituir inmediatamente las bajas COVID?, ¿dónde está la inversión económica que venía de Europa?, más allá de los dispensadores de hidrogel, señalizaciones y papeleras.
No puede ser que utilicemos la pandemia para justificar hechos como estos…
- Es inaceptable que los equipos directivos hayan asumido cargas de trabajo adicionales que cambian cada día: diseño de planes COVID sin ser técnicos, incesantes llamadas para gestionar positivos y pruebas PCR, toma de decisiones sanitarias sin serlo, organización de comedores escolares en tiempos de pandemia, atención a familias, más su correspondiente carga lectiva.
- Es inaceptable que los docentes se vean obligados a atender tanto a sus alumnos en las aulas, como a los confinados, suponiendo una carga de trabajo adicional, en muchos casos dudosa efectividad pedagógica, pese a los esfuerzos hechos por docentes y familias.
- A pesar de las fluctuaciones numéricas alarmantes de la pandemia y bajar los números de reunión social, en los centros las ratios de las aulas siguen invariables desde septiembre, fruto del resultado de las mediciones apresuradas del metro y medio y del reajuste de espacios que supuso el inicio de curso. Así que podemos afirmar que a fecha de hoy, muchas de nuestras aulas se ajustan a la antigua normalidad y siguen a 20 y 25 alumnos.
- En muchas aulas de infantil las tutoras pasan las 5 horas sin apenas apoyo, sin especialistas, justificado por su condición de ser burbuja. Posiblemente muchas de estas aulas llegará un momento que exploten por esa misma condición.
- Las sustituciones del profesorado, a pesar de ser un acuerdo firmado por Consejería y los sindicatos mayoritarios, no se está cumpliendo, aludiendo al agotamiento de las listas o al rechazo de los contratos. Pero la realidad es que a pesar de la opacidad de dichas listas, ¿quién aceptaría una propuesta precaria de empleo, en menos de 10 min, (tiempo estimado para aceptarlas), pagarse un hostal en otra provincia, por menos de 10 días de trabajo con jornadas incompletas?
- El suministro de lo más básico como son el gel y las mascarillas ha sido objeto de continua lucha con la Consejería de Educación, teniendo que ser costeadas por el profesorado en algunos momentos. Tampoco tenemos derecho a PCR o pruebas serológicas cada cierto tiempo para que minimicen nuestros contagios y el de nuestros escolares.
- Las solicitudes del profesorado vulnerable ante la COVID 19 por alguna enfermedad o condición previa, que realizó su petición al inicio de curso para ser reubicado, sólo ha sido atendida en 1 % de los casos.
- La ventilación en las aulas parece irrenunciable, aunque en algunos casos haya supuesto estar a 10ºC, dando informaciones contradictorias entre Direcciones Provinciales y la propia Consejera de Educación, premiando en muchos casos con un medidor de CO2 por centro, una vez pasado el temporal de frío y sin contemplar la posibilidad de complementar dicha ventilación con filtros HEPA.
- Nuestros compañeros y compañeras interinas se enfrentarán proceso de oposición en Junio que no garantiza los mínimos de salubridad para evitar los contagios, en un acto tan multitudinario. Dejando además fuera del proceso a aquellos con C OVID 19 o confinados.
- Mientras las aulas y los centros siguen dando lo mejor de ellos, en las diferentes Direcciones Provinciales de Educación, se nos recibe con distancias de 2 metros, individualmente y con cita previa, mientras nuestras familias depositan en nosotras su confianza, en aulas con ratios que ya eran altas antes de la pandemia. .
Los docentes además no somos impermeables a la crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo a nivel global, que no ha hecho más que poner de manifiesto las carencias de nuestro sistema, aunque ahora se hacen más patentes.
Vivimos un momento donde las desigualdades sociales y la pobreza se están cronificando. Nuestro trabajo y compromiso como docentes en la Educación Pública, es responder al derecho de todas las personas a la Educación, siguiendo un modelo educativo de desarrollo pleno, desde la convivencia positiva y la cooperación, y en estas condiciones no podemos hacerlo. Se necesita inversión real y suficiente.
¡¡ No podemos hacer más con menos!!
Es vergonzoso que la privatización de la Educación esté creciendo cada día. La Educación Pública es la que amamos y defendemos por ser compensadora de desigualdades, para todos y para todas.
Nuestros alumnos y alumnas son el motor que cada día nos da normalidad y humanidad en esta difícil situación.
Pero la continua repetición del conocido mantra “los centros educativos son seguros y apliquemos el sentido común”, no hace que éstos realmente lo sean y a estas alturas de pandemia nos gustan más los criterios científicos que los de sentido común.
Pero está claro que para ello se necesita visitar los centros, bajar las ratios, consensuar con la comunidad educativa y sin ninguna duda…
aumentar la inversión y disminuir la improvisación
¡Por este camino no contéis con nosotras!
Rueda de prensa realizada por Delegadas sindicales de educación de CGT Segovia, el jueves día 18 de febrero frente a la Dirección Provincial de Educación de Segovia.